Fotos y Documentos III
Guía Comercial, Industrial y Particular de la República Argentina - 1870
Guía General de los Españoles de la República Argentina 1884-85
Baedeker de la Republique Argentine 1907
Polígono de Tiro y Gimnasia - Guía revista de Bragado y su Partido, Julio 1922
"Panchito" Ibarra, Estancia de los Vidal, Partido de 9 de Julio, 1930
Diario personal de la Sra. María Emilia Rebora de Deffis del 23 de enero de 1922,
amigos de la familia Ibarra
Placa recordatoria "Inauguración de la primera Usina de luz eléctrica de Bragado",
12 de Diciembre 1897, Madrina Catalina Laporte de Ibarra
Anuario de la Sociedad Rural Argentina 1928
Estado de la Educación común, Provincia 1882
Censo Agropecuario Nacional 1908
Registro Oficial de la Provincia de Buenos aires 1890
Registro Oficial de la Provincia de Buenos Aires 1893
International Directory of Pedigree Stock Breeders, 1928
Aporte de Cristian Moyano, facebook: De ovejas, de esquila, de latas, de campo se trata.
Referencias y marcas de hacienda 1898, Ramón Ibarra
Instituto Comercial "Franco-Argentino" de Gastón Muchur Bragado,
alumno Juan Bautista Ibarra julio 1892
Aporte de Marcelo Racrido
Primera pavimentación de las calles de Bragado
Durante la Intendencia de Francisco Lope Ibarra periodos 1934/1936 y 1937/1939 se procedió a la pavimentación de las principales avenidas
Commercial Directory 1897
Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia España
Bautismos de los hermanos Ybarra Otaola, Hijos de José Ybarra Galíndez (1807-1880) y María Josefa Otaola Urquijo (1801-1882)
Partido de Veinticinco de Mayo, Paula Florido, Viuda de Juan Francisco Ibarra, Plano Catastral de Gregorio Edelberg 1920 - Biblioteca Nacional
Estado de la Educación común - Provincia de Buenos Aires 1879
Plano Catastral del Partido de Bragado, de Gregorio Edelberg 1920 -Biblioteca Nacional
Declaración como bien Patrimonial de la Provincia de Buenos Aires de la Biblioteca Pública "Juan Francisco Ibarra" y el Museo "Paula Florido" del Partido de 25 de Mayo, 7 de Febrero del 2006
Campeonato Escolar de Tiro, ganado por el Equipo del Colegio San José - Octubre 1921
Edberto Ibarra hijo de Andrés Faustino Ibarra (1876)
y Ana Guridi
Gozos y dolores de Paula Florido (1856 - 1932) viuda de
Juan Francisco Ibarra Otaola (1834 -1881)
El 10 de febrero de 1856 el párroco de San Andrés de Giles bautizó a "una mujercita de color blanco" nacida el 15 de enero, primogénita y
legítima de Rafael Florido natural de Italia y de Valentina Toledo, porteña;
a la que pusieron por nombre Paula Virginia acompañándola en pila como padrinos don Cruz y doña Elena Toledo. Su nombre es prácticamente desconocido, y fue evocado alguna vez en una conferencia con su habitual erudición por Walter D"Aloia Criado.
La familia se radicó en 25 de Mayo, donde vivían en 1864, habiendo nacido después Pedro, José y Rafael de 12, 10 y 8 años respectivamente, según el censo de 1869. El padre era propietario de un horno de ladrillos, actividad que daba buenos ingresos en tiempos que comenzaba el desarrollo del país.
En ese caserío conoció al vizcaíno Juan Francisco IBARRA Otaola, llegado
casi veinte años antes, establecido con una pulpería en la incipiente
localidad, que frente a la plaza había convertido en el almacén de ramos generales.
La pareja casó en Buenos Aires en la parroquia de San Nicolás de Bari el 18 de
enero de 1873, partida lamentablemente quemada como otras tantas en junio de 1955; fueron padres de dos niñas Josefa (1873) y Elena (1875) que fallecieron en la infancia.
El 5 de enero de 1877 nació un niño que llevó el mismo nombre que su padre, bautizado en la parroquia
de San Nicolás de Bari el 7 de julio de ese año, con el padrinazgo de Lauro y Elena Galíndez,
vecinos de esa jurisdicción en la calle Esmeralda 237. Poco después nació Laura y en 1881 Elena,
alegría que no habría de perdurar ya que el 11 de julio de ese año don Juan F. IBARRA falleció de una hepatitis.
La viuda mandó construir un magnifico panteón para su marido y sus hijos fallecidos en el
cementerio de 25 de Mayo; había heredado una fortuna en campos en esa localidad, en Gral. Alvear, Bolívar, 9 de Julio y Bragado,
que su padre y hermano con criterio práctico decidieron arrendar para asegurarle una renta;
además del almacén de ramos generales que administró un hermano de IBARRA. Pero así como la
prosperidad abundaba, la desgracia se hizo presente, y en 1883 murieron sus hijas Laura y Elena,
quedando sola con Juan Francisco que habría de acompañarla toda la vida.
Casó nuevamente en la iglesia de Balvanera después de ""tres años de viudez"" según el acta del
6 de mayo de 1884 con Manuel Vázquez Barros de 38 años, natural de la Coruña, de profesión escritor,
domiciliado en el Sagrario al Sur. Fue una boda de campañillas por parte del novio, un reconocido
escritor y miembro de la colectividad hispana, como que actuó como padrino el ministro de España don
Juan Durán y Cuervo de 43 años, domiciliado en la calle Esmeralda 379 y la madre de la novia, que
como ella vivían en el pueblo de 25 de Mayo.
Los contrayentes decidieron pasar la luna de miel en España, y después de recorrer algunas ciudades, fueron a Sevilla a visitar a los parientes de Manuel Barros como era conocido por sus escritos, en esa ciudad falleció imprevistamente al día siguiente de su llegada el 5 de enero de 1885. Paula quedó en Sevilla con los parientes de su marido y dio a luz el 25 de enero a una hija póstuma de Manuel, que bautizaron Manuela Vázquez Florido, que acompañó a su madre hasta su muerte en Madrid el 17 de agosto de 1919 a los 34 años a consecuencia de un parto, en el que falleció también la niña. Casada con José Luis Albarrán el 5 de noviembre de 1916, Manuela fue una destacada ejecutante de guitarra y declamadora
y compositora.
Nuevamente viuda, Paula Florido casó con Pedro M. Gache. El matrimonio tuvo un hijo Rodolfo Francisco,
que nació el 9 de marzo de 1894 y bautizado el siguiente 25 de abril, en la parroquia de San Nicolás,
domiciliados los padres en la calle Lavalle 908. Fue su padrino su medio hermano Juan Francisco IBARRA y Manuela Vázquez Barros. En el censo de 1895 aparecen en la misma residencia la doña Valentina Toledo, su hija Paula y sus hijos Juan Francisco, Manuela y Rodolfo; y una cocinera, un ama de llaves y otras cuatro personas de servicio.
Poco duró este matrimonio porque don Pedro Marcos Gache falleció en Cosquín en 1896 adonde había
buscado un clima benévolo para mejorar su salud.
EN EUROPA
A comienzos del siglo viajó a París donde se radicó, con sus hijos además de recorrer otros países;
digamos que el valor del peso argentino permitía vivir de lo mejor y más barato en Europa. Casó en Roma con
José Lazaro Galdiano, seis años menor que ella, abogado, intelectual prestigioso, vinculado a los
círculos literarios y sociales. Instalados en Madrid levantaron una señorial residencia en la calle
de Serrano 122 en el barrio de Salamanca, que inauguraron el 27 de mayo de 1909 a la que concurrieron
Menéndez Pelayo, los marqueses de Pidal y Laurencón, Madrazo, artistas, eruditos y escritores.
Aquel ámbito que la prensa diaria mencionaba en las crónicas sociales donde no faltaban junto a las familias locales las de nuestro país,
en un ambiente que Paula dirigió con todo detalle, para alhajar con sus obras de arte y refinados objetos, se apagó
para siempre con la desgracia que la perseguía permanentemente; se cerró en 1916
cuando Paula perdió a su hijo Rodolfo en plena juventud y tres años después a Manuela como se ha comentado.
La colección Lázaro como era conocida, despertó el interés también de Paula que en tiempos de gran prosperidad de la Argentina.
Así aumentaron esa colección de colecciones con distintas manifestaciones del arte español y universal, pintura, escultura,
platería, joyería, tejidos, monedas, medallas y piezas de cerámica, arqueología, abanicos, y la predilección especial por la obra de Goya.
Lázaro Galdiano afirmaba que ella era la "dueña y propietaria de esa colección".
En los pisos superiores del Parque Florido, vivió doña Paula cuidada amorosamente por su esposo.
Falleció el 3 de octubre de 1932 de una hemorragia cerebral y al día siguiente fue sepultada
en el cementerio de la Almudena.
En esa casa quedaban casi tres décadas de coleccionismo, encajes, porcelanas, pinturas,
miniaturas que don Lázaro donó al Estado español por testamento dos días
antes de su muerte el 1º de diciembre de 1947.
De inmediato se creó una fundación que recuerda en esa casa-museo a quienes
"supieron rodearse de preciosidades artísticas seleccionadas con la más exquisita
inteligencia, en aquella casa radiante de reflejos de pasadas grandezas".
Su hijo Juan Francisco IBARRA, casó con María Justa Saubidet, matrimonio que
tuvo un hijo Néstor IBARRA Saubidet, que casó con Alicia Raquel Astete Millán,
cuya hermana Elsa casó con Jorge Luis Borges.
Fue Néstor quien cultivó la memoria de su abuela con particular devoción, y así como en el museo madrileño
es recordada, también en la localidad de 25 de Mayo en esa tierra que la viera crecer y que resulta un puente más de nuestros vínculos con España pero muy poco conocido y valorado. Y por favor no dejen de visitar esa casa de la calle Serrano 112
y el parque Florido que lo rodea porque es la obra de una mujer olvidada.
* Historiador y vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.
EL RINCON DEL HISTORIADOR
Gozos y dolores de Paula Florido
POR ROBERTO L. ELISSALDE 02.12.2021
LOS ABUELOS VASCOS EN EL RIO DE LA PLATA - ALBERTO SARRAMONE
LAURA DIONISIA IBARRA (1894) HIJA DE ROMAN RAMON IBARRA OTAOLA (1841-1919) Y CATALINA LAPORTE MIGNAQUY (1855-1907)
MUJERES QUE HICIERON HISTORIA
Laura Ibarra
Medio solar Pellegrini entre Brandsen y Rauch.
El medio solar correspondiente a Laura Dionisia Ibarra tiene una historia larga, al igual que su propia vida. Fue conocida por el Bragado de entonces, pero es ignorada por la mayoría de la población actual.
De esa etapa de esplendor solo queda como referente el especial edificio que se levanta en el lugar, considerado el más hermoso de la ciudad.
Laura nació en 1894, el hecho de convivir con muchos hermanos, en su mayoría varones, le permitió gozar de un trato preferencial,
siendo muy delicada en su trato y acostumbrada a ser servida.
La muerte de su madre la sorprendió soltera. Se trasladó al hogar de su hermana Catalina, mayor que ella, quien la crió y estaba casada con el martillero Bernardo Elizondo, en la calle Gral. Paz 1463. En 1923, un nuevo médico instaló su consultorio vecino a la casa donde vivía Laura.
Era Enrique Hirsh Rosenzuaig, médico cirujano. El doctor Rosenzuaig venía de Carlos Casares y la casualidad quiso que su casa enfrentara al nuevo domicilio de 'Laurita', como todos la llamaban, convertida en una mujer de hermoso rostro, pequeña estatura, menuda, delicada, quizás un poco retraída y demasiado sujeta a las convenciones sociales.
Su presencia no pasó desapercibida para el nuevo vecino y ella tampoco pudo ignorar al recién llegado, porque además de la aureola que envolvía a los de su profesión, era un hombre alto, muy bien parecido, distinguido y servicial. Y como sucede en las novelas con final feliz, el amor no tardó en llegar.
Se casaron y partieron a Europa de luna de miel y al regresar, en 1928, apareció un aviso en El Censor dando cuenta de que el doctor Rosenzuaig, 'médico cirujano diplomado en la Universidad de Viena', había regresado de su viaje de estudios en clínicas de Berlín, Viena, Francfort y París y reanudaba su actividad profesional en su consultorio de la calle General Paz. Dos años más tarde, en el terreno de la avenida Pellegrini propiedad de Laura, se construyó el magnífico chalet, que no puede pasar desapercibido y que todavía es admirado por cuantos transitan este sector de la calle principal.
La pareja quedó sin descendencia porque su única hija falleció al nacer. Rosenzuaig, cuya especialidad era la clínica general, atendía el consultorio instalado en la misma casa.
En 1939 fundó el Sanatorio Santa Catalina asociado a los doctores Juan Pío Manganiello y Juan Carlos Chidichimo, a quienes más tarde se sumó Mario Tessi Seitún. Fue el segundo establecimiento asistencial privado que tuvo la ciudad. La actividad cesó en 1945, por la venta a la Obra Social de Empleados Ferroviarios.
Mientras tanto, Laurita reinaba en el hogar, con el trato que le dispensaba su esposo, siempre pendiente de sus gustos y con suficiente personal de servicio.
En la residencia, eran frecuentes las reuniones de amigos, conocidos y familiares. Laurita recibía encantada las visitas. Pero la vida da y quita, sin reparos ni miramientos, incluso si hay mucho dinero. Rosenzuaig enfermó gravemente y hubo que trasladarlo a Buenos Aires.
Murió después de una larga agonía y sus restos fueron llevados al cementerio de Recoleta.
Laurita, durante mucho tiempo, vivió en un hotel para estar cerca de los restos de su marido, enterrado en La Recoleta. Cuando empezaron a sentirse los estragos de los años, regresó a ocupar el chalet, acompañada de Hortensia, quien la había acompañado desde su niñez.
La vida de Laurita se alegraba con las visitas periódicas de su sobrino Ricardo Elizondo, a quien consideraba un verdadero hijo.
Laura murió sin dejar testamento. Cerca de 50 herederos asistieron a la sucesión y tantas voluntades, tan distintos criterios y puntos de vista, hicieron que todos los bienes fueran a remate. Subastadas las hectáreas y todas sus pertenencias, el chalet fue adquirido por Juan J. Natero, a quien luego sucedió Jorge O. Cicala.
Foto: Luis Daloia. Fuente: Gladys Issouribehere. Más secretos de la Memoria.
EL XARE PELOTA VASCA CAMPEON ARGENTINO
Ismael Eduardo Ibarra (1917 -1985), hijo de José Ramón Ibarra (1875 – 1940) y Elina Elisa Ibarra Herrera (1883-1967) Hijo y nieto de Román Ramón Ibarra Otaola (1841-1919) y Catalina Laporte Mignaquy (1855-1907)
REVISTA "ACONCAGUA" JUNIO DE 1933 ISMAEL EDUARDO IBARRA
Familia: José Ramón Ibarra Laporte / Elina Elisa Ibarra Herrera
BANDOLEROS RURALES Por Lis Solé
A partir de los años 1850, en las últimas décadas del siglo XIX, así como los audaces se animaban a vivir con en el campo con temor de los malones, también debían estar armados y precavidos, cuidándose constantemente de los bandoleros rurales.
Ninguna película norteamericana puede -y sin embargo se puede recurrir a ellas para intentar imaginar el vivir en una campaña a fines del 1800-, describir el vivir en constante zozobra. Se conocen personajes famosos como fueron Juan Moreira y Guillermo Hoyo (quien pasaría la posteridad como el célebre gaucho “Hormiga Negra”), Manuel Pacheco apresado en Chivilcoy, Alfredo Barreria, un gaucho joven, telegrafista, instruido, pendenciero y de armas llevar como el conocido Martín Amestoy.
Había y hay ejemplos para todos los gustos y sus andanzas engrosan los archivos de la Policía y del Servicio Penitenciario provincial. Es más, algunos son famosos porque sus vidas han sido relatadas en la historia, la literatura, el teatro, el periodismo y los medios audiovisuales, en un contar algunas veces no muy objetivo de su vida y sus andanzas.
Los atropellos y actos delictivos de “Hormiga Negra”, entre sangrientos entreveros de boliche y alcohol, cimentaron la fama de aquellos culpables o inocentes que habitaron la provincia de Bs. AS., muchos de ellos laderos de algún político, hacedores del trabajo sucio y que después, eran despedidos y perseguidos como forajidos.
Los episodios están marcados con sangre y muerte y alrededor de ellos, se han creado historias –verdaderas o no-, donde el bandolero rural fuera de la ley fue la estrella.
Como dijimos, en la mayoría de los casos, los boliches y almacenes de campo eran el centro y escenario de reunión de toda esta gente. Dos grandes almacenes de pioneros alvearenses protagonizaron otras dos de estas historias documentadas.
Una fue en el almacén de José Rufino de Olaso, nombrado Marqués de Olaso, después dueño de la estancia “San Salvador del Valle”.
Olaso tenía almacén en Lobos, tropa de carretas y también almacén en Navarro, lugar donde Juan Moreira hiere de muerte al policía que fallece a unos pocos metros del negocio, en los escalones de la parroquia y de ahí, Moreira huye a Lobos donde es perseguido y muerto por una partida de policía. De este hecho se escribieron libros, de diferentes autores y opiniones, ensalzando o defendiendo a un gaucho matrero, malhechor y pendenciero pero también víctima de la política y sus oscuridades.
El otro hecho que hoy nos ocupa y del que mucho menos se ha hablado, sucede en el almacén “El Indio”, en el entonces pequeño pueblo de Veinticinco de Mayo, propiedad de JUAN FRANCISCO IBARRA OTAOLA, otro vasco dueño de “Santa Paula” en General Alvear y de “La Vizcaína” en Bolívar.
La historia se refiere a una “gavilla de bandoleros” que se hizo famosa por sus fechorías: la banda de Berrinchín. Era capitaneada por el tal “Berrinchín”, y realizaba atroces delitos. "Berrinchín” en realidad era Carlos González, muy difícil de rastrear por tener nombre y apellido tan repetido y común en la región. Contaba entre ellos a los chilenos Juan Alderete, Manuel Alderete y a un tal Luna. La banda era temida en toda la zona: actuaron en Veinticinco de Mayo, Bragado, Chivilcoy, Nueve de Julio, Tandil y demás poblaciones del centro de la provincia de Buenos Aires.Trabajando como peones en las estancias y casas de campo, la banda había ”inspeccionado” cada una de ellas, y cuando les era necesario conseguir dinero, las asaltaban robando, matando e hiriendo despiadadamente a cualquiera que se les interpusiera en el camino. Conocían toda la zona y “Berrinchín” contrataba baqueanos que luego intentaba plegar a la banda. Sin piedad, cometían masacres a sangre fría y ultimaban hombres, mujeres y niños sin ningún miramiento.
Su apariencia bien distaba ya del criador, peón o hacendado, y buscar camorra era su constante hacer y más, si se tomaban algún trago de caña o unos cuantos vasos de vino; su nombre llamativo, era pronunciado con temor ya que parecía invocar sus ataques de furia descontrolada y sin razón, su proceder deshumanizado y feroz.
Si bien en la campaña hombres y mujeres eran rudos y hábiles en el uso de armas blancas y revólveres, nada tenía que hacer ante semejantes criminales sin alma. ¿Qué podía hacer un criador de ovejas, un ganadero, un peón de campo, esquiladores o cosechadores que quedar totalmente a merced de sus abusos y desmanes? Nada puede contra la sinrazón descontrolada.
EL ASALTO AL CRIADOR DE OVEJAS TOMÁS MALDONADO Cuenta la historia que un día, llegó el vecino Tomás Maldonado al almacén del vasco Ibarra, en 25 de Mayo. Maldonado era un criador de ovejas, un hombre fornido, de manos grandes y cara castigadas por el tiempo a la intemperie, el frío y el calor del campo, que venían de vender un lote importante de ovejas. El almacén de Ibarra estaba situado frente a la plaza, donde actualmente se encuentra la Biblioteca “Juan Francisco Ibarra”, un alto edificio con muchas puertas y ventanas y esquina sin ochava.
Recibieron allí $17.000 m/n por la venta de los animales y como era época de verano, un hermano de Maldonado durmió en uno de los coches con tolda en el patio de la casa y Tomás, en las instalaciones del almacén. En la oscuridad, a eso de la medianoche, llega la banda de “Berrinchín”, maniatan a los moradores, cometen toda clase de atropellos y se alzan con el dinero producto de la venta de las ovejas. A la mañana siguiente, se arma un revuelo enorme al descubrir el atraco, pero la Banda se había escurrido en la noche y no quedó rastros de ellos ante la impotencia de las autoridades policiales. El comisario Avendaño intenta encontrar rastros pero los indicios se pierden.
EL FIN DE LA BANDA DE “BERRINCHÍN” Pero no mucho después llega la revancha. Fue un domingo en el boliche “La Paloma” camino a Bragado, en una carrera de caballos. Como en todas estas reuniones y a pesar de que los juegos de azar estaban prohibidos, la taba volaba de acá para allá entre la gritería generalizada, entusiasmada por las apuestas jugosas de un muchacho. Como sucedía en estas ocasiones, el juego terminó en una pelea generalizada con intervención de la policía y como el Alcalde desconfió de tanto dinero en juego, fue aprendido también este muchacho.
En rueda de averiguación (pobre el hombre que cayera en una de ellas), el muchacho reconoció que tenía 5.000$, -una fortuna para esa época-, y que pertenecía a la banda de Berrinchín. También confesó el nombre de todos sus componentes y la forma de “contrata” de “muchachos jóvenes para aleccionarlos en el delito” (González Rodríguez, 67).
De más está decir que con esta confesión y con las pesquisas que venía realizando el comisario Avendaño, la Policía capturó al “Bandolero Luna” y la banda quedó totalmente desbaratada.
Bandidos rurales. Un título que tuvo otras connotaciones en una canción de León Gieco, quizás idealizando a los vientos la figura de aquellos que se mueven por fuera de la Ley. Bandoleros rurales y de los otros, los de antes y los de ahora, difíciles de atrapar en tierras de nadie.
Bibliografía:
González, Rodríguez. Orígenes y crónica vecinal de 25 de Mayo. Talleres gráficos “La Verdad”. 25 de Mayo. Provincia de Bs. As. 1940. Paladino Giménez. El Gaucho. Paisanos entrerrianos. Foto de F. Rimathe. Alcalde de pueblo. Aprox.1890. Foto: F. Ayerza. Agradezco a Gastón Piñero y Daniel Tordo por el aporte bibliográfico.